Como la canción de Estrella Morente, todo vuelve…
Vuelve el cosquilleo en la piel cuando escuchas el redoble de un tambor en la lejanía de un ensayo.
Vuelve la calidez del abrazo de un hermano que comparte un corrillo en el que se cuentan cosas cofrades.
Vuelve el apretón a la ropa en los ensayos, para comprobar que la morcilla está en su sitio y la fe la sujeta firmemente.
Vuelve el aroma a incienso y cera que se escapa por las rendijas de las Casas de Hermandad e inunda la pituitaria hasta llegar a levitar nuestra alma.
Vuelve una Cuaresma atenazada por la espera, encogida por el miedo, descuidada por algunos, olvidada por unos pocos, desdibujada por el pasado, y que como cofrades estamos obligados a revitalizarla, a despertarla del letargo para que cubra con su manto de ilusión y tensa, feliz y grandiosa espera, el camino hacia la penitencia más hermosa.
Vuelve esa andaluza costumbre de descontar los días para el Domingo de Ramos, que es la cuenta atrás más bonita del universo.
Vuelve una oración silenciosa y callada bajo el palo de la trabajadera, instantes antes de la primera levantá que dará comienzo al sueño más hermoso.
Vuelven los chiquillos soñando con capillos que dejan atisbar unos ojos que brillan de alegría y que vuelven a mirar por la tela nazarena que les hace vibrar de una emoción que solo algunos podemos describir porque la hemos vivido, y que no está al alcance de todos.
Vuelven las bandas, las agrupaciones, las melodías resonando tras el paso, inundando el mundo del color de la música, la de esas marchas que se repiten incesantemente en nuestros susurros, y en los tarareos diarios mientras vamos conduciendo o hacemos de comer.
Vuelven a resbalar lágrimas que se derriten por la mejilla al disfrutar en la calle de lo nuestro, de lo que nos mueve, de lo que nos hace sentir más allá de lo trascendente.
Vuelven los rostros de Jesús y María, vuelven a conquistar las calles, vuelven a mezclarse con sus hijos, vuelven a ser el centro, el porqué, el motivo y la razón de una locura que solo aquellos que estamos locos sabemos comprender, que solo aquellos que somos capaces de contemplar su grandeza estamos preparados para entender esta grandiosidad que
se llama Estación de Penitencia.
Vuelve la Semana Santa a las calles, vuelve, VUELVE, tras el agónico letargo REGRESA. Acepta mi sugerencia. Se ha hecho esperar, le ha costado resucitar pero, como el Hijo que resucitó al tercer día, al tercer año resucitarán los cortejos, y la Cruz de Guía dibujando su sombra en los callejones de nuestro corazón, y los palios soñados, y los misterios sobrecogedores, y las marchas que suenan a gloria, y las camareras bordadas de esperanza, y los acólitos con el revoleo de incensarios, y el costalero que carga sobre su cerviz el peso de la fe, y, en definitiva, todo aquello que te hace sentir, ser y existir, todo aquello que te hace COFRADE.
Y, por supuesto, vuelve, Motril en Pasión.
Disfrutad. Como esta Semana Santa, ninguna.
Jesús Ortiz Fuentes